Le escribo a alguien, le cuento que tuve pánico otra vez, que estaba extrañando a mi gato y pum, que si, que estoy tomando las pastillas, que no, no falto nunca a la psicóloga, que Leo me cuida, que qué se yo, si ya sé, si venía bien, 2 meses sin nada de ansiedad, que no, ahora la gente no me da miedo pero a veces no quiero salir ni de casa ni de mi, que sí puedo regular la angustia en algunas situaciones pero en otras me haría pis encima, que no son sólo los ataques de pánico, que a veces son varios días de ansiedad y confusión, que después de la «explosión» me lleva horas o días volver a sentirme segura y ordenada, que quisiera llorar más de lo que lloro pero que no se puede estar llorando todos los días, o sí, que le pongo ganas pero las ganas son intermitentes y que otra amiga me dijo que lo sano no existe y que elijo creerle, que ya no sé si quiero sanar, que con estar bien todas las veces que pueda, ya me sirve un montón.

Mantener la salud mental es un complejo sistema de situaciones, acontecimientos, contextos, opresiones, privilegios e interseccionalidades que ocurren permanentemente y al unísono.No son sólo picos de estrés o etapas a superar, a veces son condiciones (no necesariamente condicionantes) con las que las personas transcurrimos la vida entera.

No le debemos salud mental a nadie, mucho menos a un sistema opresor, violento y extractivista.

No le debemos salud a nadie y no podemos estar haciendo pedagogía sobre qué sentimos y cómo deben tratarnos, la comunicación efectiva no siempre nos es posible, necesitamos empatía, interés manifiesto, tolerancia, paciencia y amor (lo mismo que necesita todo el mundo).

De verdad, no le debemos salud a nadie.

ilustración: Alfonso Casas extraída de Pinterest