Lo que vestimos es mucho más que prendas. Son expresión, símbolos, una manera de comunicarnos con otrxs y con el mundo. La moda es lenguaje. Y así como suele pasar con las palabras muchas son consideradas modernas o anticuadas.

Hay muchas personas que siguen tendencias en cada cambio de temporada. Otras que prefieren ir encontrando prendas con personalidad. Se lanzan a un viaje de encuentro y reconocimiento de lo que realmente son a través de la ropa.

Alguien que desde años supo que lo vintage era el atuendo que mejor le sentaba es Santiago Pellegrini. Este joven de 28 años se dedica a la venta de antigüedades e indumentaria (camisas, trajes, corbatas, moños) en las redes sociales, más precisamente en Instagram en la cuenta DANDY MILLENNIAL ANTIGUEDADES

“Dandy millennial así lo bautizó un periodista hace un tiempo. Este joven influencer sabe unir contextos, estilos y lenguajes. Su vida transita entre videos de TikTok y un estilo que parece salido de una película en blanco y negro.

 Su amor por lo vintage no lo eligió para ser parte de una tribu urbana “El estilo me gusta desde los 5 años de edad, con el correr del tiempo me he ido informando y finalmente a los 18 años me dije voy a empezar a vestir así»

Ya es cotidiano elegir que camisa o sombrero lucir para salir por las calles de Vicente López. Su atuendo lo elige “Según como se levante y el clima”.  Su guardarropa incluye varias prendas originales de fines del siglo XIX y principios del siglo XX.

“En Argentina es sumamente complicado conseguir buenas prendas antiguas originales y lo poco que tengo lo he ido consiguiendo con mucha suerte por vecinos, internet y lamentablemente volquetes en la calle, la gente tira mucho sin saber el valor monetario e histórico de las cosas.” Afirma con aire de nostalgia.

Su estilo es muy detallado, prolijo, a lo Dandi: trajes de tres piezas y camisas con cuello duro; zapatos o botas acordonadas; tiradores; sombreros tipo bombín, Panamá o galeras y hasta polainas. No le pueden faltar el reloj de bolsillo, un bastón y lentes Quevedo (gafas sin patillas que se ajustan directamente a la nariz) o un monóculo (tipo de lente correctiva usada para ajustar la visión en un solo ojo)

Si tiene que elegir una prenda con historia sin dudarlo me cuenta sobre un chaleco “pertenecía al abuelo de una señora de 95 años (tengo la foto del abuelo Manuel luciendo ese chaleco)” Cuando le pregunto cuál prenda lo identifica, no puede elegir una en especial porque todas lo representan pero aclara que adora “usar chaqué, una prenda clásica de la época victoriana”.

No le pueden faltar los sombreros, corbatas, moños o cuellos. Así es el Dandy Millennial, un apasionado del vestir de fines del siglo XIX, pero que no desaprovecha el mundo virtual y cada día suma seguidores con sus posteos en Instagram, Twitter o TikTok.

Santiago le hace frente a los haters con su personalidad. “A esta altura ya es más la gente a la que le gusta que a la que no.  He despertado la pasión por estas épocas a mucha gente y he devuelto las ganas de volver a vestir así a muchos otros. Y mucha gente mayor me para para felicitarme o contarme de sus padres, abuelos o que ellos mismos se acuerdan de cuando eran jóvenes”, cuenta orgulloso.

“Cada uno tiene el derecho a vestir como quiere. Se ha perdido muchísimo la elegancia y el cuidado de detalles a la hora de vestir, quizás por moda o comodidad se fueron dejando de lado algunas prendas.” Además de reivindicar el estilo de fines del siglo XIX y recuperar la historia con su vestir, forma parte de la Sociedad Victoriana Augusta Argentina, una asociación sin fines de lucro, creada en el año 2009, que se dedica a la recreación y divulgación histórica de todos los aspectos de la sociedad civil en el período comprendido entre los años 1837 y 1901.

“Todos los intereses terrenales del hombre los abrocha, los abotona y los entorpece el vestido” dijo alguna vez el filósofo Thomas Carlyle. Compartir y saber leer el vestuario de otrxs es muy complicado en un mundo donde el vestido lleva mucha carga. Pero complicado, no es imposible.

Santiago Pellegrini no necesitó pedirle el DeLorean a Marty McFly para encontrar su estilo. Le bastó su bicicleta Dayton de 1940 y sus selectos atuendos para saber quién es y cómo comunicarlo. Hoy no podría pensar en vestir de otra manera, sino no sería Santiago.