Querer así como nos presenta la vida, en ese momento impensado, sin que nada nos llame a querernos, los dos de pie en una casualidad, o por algo que se presentó en una urgencia y estábamos ahí, porque te recuerdo de algún lado, porque nunca te había mirado y sin embargo… Vos, ahora, porque tengo ganas de estar con alguien sin medir lo que llevamos puesto, sin tantas recomendaciones familiares, porque lo creía innecesario hace unos meses pero me doy cuenta que es mejor contigo, sin pedidos especiales: que no sea un hombre con miedo o una mujer intolerante, que en lo posible tenga un buen pasar y buen humor, que ella sea fina, delicada, elegante, sin hijos mucho mejor, que sea de buen comer y buen dormir, que el sexo siempre sea por amor, que sea lo más antinatural para la medida de mis emociones, sobre todo prolijo en su forma de hacer las cosas, que ella cocine como los dioses y él sepa cómo conquistar, a medias tintas, nada, si tenemos la misma edad sería ideal porque nos entenderíamos con el recuerdo ¡ay si nos presentaran! ¿Si él pasara cuando justo estoy saliendo? ¡Qué ni se le ocurra escribirme una poesía! no soportaría tanta sensiblería… ¿Vestido así? sino están dadas las condiciones, no, mejor esperar…no me llega ni a los talones, sos demasiado para mí…Podría enumerar tantos detalles para una relación perfecta, para un encuentro a conveniencia, para poder tener el control de todas las cosas y no fallar otra vez, todos tenemos algo inconveniente en nuestra vida,  cargamos con lo imperfecto de nuestra humanidad: temblamos, somos medio estúpidos algunas veces y tan sensatos otras, tenemos un carácter, una estatura, una liviandad, una nariz, un modo de pensar, una familia, que ser políticamente correctos o buscar un ideal de hombre o mujer, nos han llevado a la soledad del confinamiento, no sabemos cuándo ni cuánto, volveremos a ese espacio, donde la normalidad estaba bien vista, los intereses también.
El amor se presenta como viene, sin ningún miramiento, a veces vestido de casualidades, otras le abrimos la puerta en enaguas, no se elige el momento, o nos da tiempo, ni se organiza en los anaqueles de la vida, si va antes o después de… sucede y muchas veces en medio de una batalla.
De la suerte jamás esperaremos.

Ilustración: «Mientras llega el indicado» Jackie Nuñez