Cuando los cuerpos gordes reclamaron a Vogue

Una de las violencias de carácter sistémico respecto a las corporalidades gordas es la de invisibilización. Casi no aparecen en los diarios, novelas y películas. No conducen programas de TV ni noticieros. Los cuerpos gordos son como los ángeles: no aman, no tienen sexo, no se desnudan. Esas virtudes fueron perfiladas para personas delgadas. Para el sistema, la única característica que los constituye como sujetes es ser gorde. Si tienen visibilización en el espacio simbólico aparecen con todos sus estereotipos y clichés. De manera  graciosa, absurda o exótica. A veces todas en simultáneo. En Nannete[1], Stand up aclamado por la crítica y el público, Hanna Gadsby, activista lesbiana y gorda, realiza una crítica al sistema patriarcal en la forma en que admite que les sujetes de las minorías accedan al espacio público para obtener visibilidad, Gadsby revela: «¿entienden qué significa la autocrítica para alguien que de por sí está marginada? No es humildad. Es humillación. Hablo mal de mí misma para poder hablar, en busca de permiso para hablar. Ya no volveré a hacerlo».

Por eso también otras de las estrategias del activismo gordo para apropiarse de los espacios públicos y simbólicos es la de levantar la bandera de su visibilización en las revistas de moda. Porque si bien la gordofobia impacta en todos los géneros, es una forma de discriminación que afecta especialmente a las mujeres. En Francia, el 80% de personas que se han sometido a cirugías bariátricas, son mujeres, cuando el porcentaje de obesidad entre los sexos es similar.  La operación consiste en extirpar una inmensa parte del estómago para reducir drásticamente la ingesta de comida y por tanto el peso. El hecho no termina ahí sino que implica atarse a la medicalización de por vida. Estos fenómenos  tienen que analizarse en sus variables sociales, culturales y simbólicas. Sobre todo la opresión social constante para encajar en el canon hegemónico, sumado al maltrato persistente que sufren las mujeres gordas en el espacio público.

En el 2016 la influencer y curvy model brasileña Fluvia Lacerda protagonizó la edición de Brasil como la primera «conejita» plus size. Tess Hollyday fue la primera mujer gorda que apareció en la portada de la revista Cosmopolitan en el año 2018 con un body verde brillante y fotografiada de cuerpo entero. En la sociedad, se disparó la pandemia del gordodio. Fue atacada por redes sociales y programas de tv.

La reconocida revista Vogue también ha incorporado mujeres gordas en su tapa. En el 2017 una de sus portadas que celebraba los 125 años en circulación,  fue criticada duramente en redes sociales, medios de comunicación y por famosos, por aplicarle photoshop a la modelo Plus Size, Ashley Graham, de manera tan exagerada que tendía al ridículo. Otras de las modelos que abogan por las diversidades corporales más reconocidas en el mundo son: Jennie Runk, Tara Lynn, Katya Zharkova, Withney Thompson, Robyn Lawly, Tess Munster. Todas ellas pudieron acceder al exclusivo mundo de las portadas de revistas más famosas. La reconocida revista Elle, en su especial «mujeres para televisión» preparó una tapa con tres figuras femeninas famosas, en la que las delgadas aparecían de cuerpo entero, mientras que la mujer gorda en un primer plano de su cara.

En Argentina, la modelo y referente del movimiento fat body positive Brenda Mato, es reconocida por desafiar el modelo de belleza impuesto. Más allá de su activismo, cobró notoriedad nuevamente cuando la reconocida Moria Casán se enojó con ella en su programa de televisión y por cuanto micrófono se le cruzase. En ellos, remarcaba con cada uno de sus argumentos lo enferma que estaba la diva de gordofobia (también sus panelistas hegemónicamente bellas) y como este virus discriminador impregna los imaginarios sociales  y enferma de violencia cada vínculo posible hacia la diversidad de cuerpos en el espacio público.

Tanto Brenda como muches activistas gordes son conscientes de que a sus cuerpos se les cuestiona todo lo que hacen. Y encima, después de la opresión constante sobre elles,  si no se aman termina siendo su culpa. Frente al discurso colonialista y occidental del amor propio, la belleza interior y la división de la mente- cuerpo, les gordes deben reconocer la aceptación como un proceso crucial para habitarse y tenerse como prioridad. Porque lo cierto es que todes merecemos ser felices. A nuestra manera, con nuestras diferencias, pero especialmente porque todas las corporalidades merecen habitar los espacios públicos sin ser juzgados, sin opresión, sin violencia.

Vestirse es un derecho, no un privilegio

El mayor problema que atraviesan las corporalidades gordas en su cotidianidad es al momento de vestirse. Según un estudio realizado en 2018 por la ONG Anybody Argentina, el 70 % de la población no encuentra ropa en su talle y un 57% no encuentra calzado acorde[2].  La tabla de talles está basada en la tabla francesa creada en el 1900. Creada para cuerpos europeos que nada tiene que ver con los cuerpos latinoamericanos.

En la última sesión del año 2019, la Cámara de Diputados Nacional aprobó el proyecto de una nueva Ley de Talles. La propuesta fue impulsada por la ONG Anybody Argentina de la que Sharon Haywood es la fundadora y directora. Después de un activismo de 8 años, siempre estuvo motivada por la necesidad de que exista una ley de talles que permita a todas las personas encontrar ropa acorde a sus cuerpos. «Vestirse es un derecho, no un privilegio» fue una de sus banderas. Respecto de la ley, establece el SUNITI: Sistema Único Normalizado de Identificación de Talles de Indumentaria– con medidas corporales estandarizadas para fabricar, confeccionar, comercializar e importar indumentaria destinada a la población a partir de los 12 años.

Lo interesante de la nueva Ley de Talles es que las medidas de este sistema, serán obtenidos de un estudio antropométrico desarrollado por el Instituto Nacional de Tecnología (INTI) que desde el 2014 ya está en marcha y que será actualizado cada 10 años. El objetivo es que vaya adaptándose a factores sociales que modifican características físicas, como cambios en la alimentación, flujos migratorios o avances generacionales, entre otros. 

Habitemos la vista gorda

Aunque muches de nosotres no nos consideremos racistas ni homofóbicos, siempre debemos estar atentes a los discursos, a los sentidos y significados que nos atraviesan pues es un ejercicio constante el de la deconstrucción y resignificación. Lo mismo ocurre con la gordofobia y los sentidos que circulan hegemónicamente en nuestro entramado cultural. Desde el activismo que podemos hacer cada une de nosotres para colaborar, se sugiere no consumir marcas de ropa que realicen talles únicos o sólo talles S, M, L. También solicitar el libro de quejas y dejar asentado el pedido. Ante la violencia sistemática del sistema, activar la inclusión de las diferencias como condiciones de posibilidad.

Continúa la cuarentena por la pandemia  del covid – 19 mientras termino de escribir este artículo nacido de la insurgencia al control que intenta imponerse en nuestros cuerpos y subjetividades uniformando sentires y pensares. Mientras incorporo hábitos de cocina casera, disfrutando de sabores y olores nuevos, no dejo de pensar en que somos de todos los colores, tamaños, géneros y de todas las orientaciones sexuales. No debemos limitarnos ni etiquetarnos. Nuestras identidades son múltiples y colectivas.

Los activismos resisten y nos interpelan a que no cristalicemos nuestras identidades en fijas e invariables. Porque infinitos somos los seres humanes. Por fuera y por dentro. Porque nos posicionamos de múltiples maneras ante diferentes temas políticos, abogamos por las identidades múltiples[3]. Así como el movimiento de mujeres nos estimula a ver la vida con «lentes color violeta», el activismo de los cuerpos nos invita también a «hacer la vista gorda»[4].

Ambos tienen la plena convicción de que la visibilización de un tema, su debate y sus diálogos colectivos, la conceptualización de fenómenos silenciados, la incorporación de otras miradas hace de este mundo, uno diverso. En el que la pluralidad de voces, sentidos y significados  deconstruyen lo naturalizado para ir día tras día ir construyendo otro sin miedos, ilimitado. Tal vez, el Movimiento de Mujeres en Argentina deba actuar en sinergia con el activismo gordo, que le reclama al feminismo de la Academia y al de la militancia, una mayor integración y compromiso.

Ilustración: «Entre el sillón y la realidad» Daniela Pennese

bibliografía y referencias:


[1] Puede verse completo en la plataforma Netflix.

[2] https://buenosaires.endangeredbodies.org/resultado_encuesta_2018

[3] Concepto creado por la filosofa y politóloga belga, Chantal Mouffe

[4] Taller de lectura y reflexión sobre políticas gordas y corporalidades impropias,  creado y dictado por Laura Contreras y Nicolás Cuello.