Hola! ¿Cómo están? En la nota de hoy quiero comentarles sobre una prenda que, me atrevo a afirmar, todos conocemos y vestimos: la camisa. En este recorrido me acompañará una persona muy especial para mí y quiero presentárselas.

Ella se llama Bárbara, es de Capital Federal (Buenos Aires) y se dedica a la venta de ropa vintage. Su emprendimiento Luciérnaga Vintage nació junto a su estilo de vida: vegana y esmerada en evitar consumir productos que dañen al ecosistema.

Ella revive prendas antiguas tratando de reducir el consumo fast-fashion. Para que la conozcan más ustedes, quise hacerle unas breves preguntas.

F: – ¿Cómo es tu proceso de trabajo?

B: –Empieza con la búsqueda ¡intensa!  Para encontrar tesoritos vintage en ferias o particulares. Elijo cada prenda, por lo que no tengo muchas. Las pongo en condiciones y les doy mi toque. Como vendedora trato de ser cercana y dispuesta, al punto que siempre se genera una relación estable con el cliente. Mi idea no gira en torno a enchufarles una prenda si no a qué me elijan siempre.

F: -Es de público conocimiento el momento que está atravesando la humanidad toda, ¿cómo vivís desde lo laboral la cuarentena?

B: -La verdad no puedo estar más agradecida de haber transitado un momento tan complicado y que haya sido beneficioso para mí. Creo que hasta descubrieron a Luciérnaga muchísimas  personas. A pesar de estar imposibilitada para hacer envíos, la gente apoyó mucho, confió y tuvo paciencia.

F: -¿Qué mensaje querés dar a través de las prendas vintage?

B: -Siempre trato de manifestar  que  seamos conscientes y responsables en todo lo que hacemos o al menos lo intentemos. Tratemos de consumir menos, de respetar nuestro medio ambiente y de no ser frívolos a la hora de comprar.

F: -¡Gracias Barbi! Ahora vamos al núcleo de nuestra nota…y tomando esta camisa te pregunto… ¿por qué una camisa?

B: -Las  camisas son mi pieza favorita. No es específicamente lo más cómodo y necesario en nuestro armario pero la idea de esta prenda que tengo es muy femenina y fuerte. Además, ¡puedo jugar mucho con ellas!

Camisa con pechera bordada y lazo en el cuello, una prenda vintage, la favorita de Barbi

Bien, ¡ahora sí! Abrimos nuestro cuaderno de bitácora y apuntamos… En Egipto aparece la primera idea de camisa, llamada kalasiris. Era un rectángulo de lino delgado con una abertura para pasar la cabeza y la vestían hombres y mujeres.

Primer idea de camisa en Egipto

En Roma le agregan mangas y la llaman túnica manicata.

Clásica túnica manicata

Durante la Edad Media la usaban para proteger la piel de los textiles ásperos con los que se vestían. Eran de color blanco y no tenían puños, cuello ni botones, al ser considerada una prenda interior, por lo que se colocaban cuellos postizos.

En la Edad Media la camisa era considerada parte de la ropa interior. Cuellos y puños eran postizos

En el Renacimiento esta prenda fue ¡furor y tendencia! Se ensancharon las mangas y se “acuchillaron” las casacas. ¿Qué es eso de acuchillar? Simplemente les hacían tajos a las prendas de arriba para dejar ver y que sobresalgan las prendas de abajo.

Camisa en el Renacimiento se podía ver por debajo de las prendas superiores

Fueron los ingleses, en el siglo XX, quienes le adhirieron botones. Ahora bien, a medida de que las prendas se acortaron, la camisa quedaba al descubierto. Por lo que se tuvo que pensar en un diseño en conjunto: cuello, puños, cartera abotonada y el cuerpo de la camisa.

Y por último, el color: el blanco era símbolo de lujo, porque los únicos que podían conservar esta prenda impoluta eran los aristócratas.

Ahhh, ¡me olvidaba! Dato curioso: las camisas de las mujeres se abotonan de manera diferente a la de los hombres. ¿Por qué? Hay dos respuestas para esto:

  • Porque los hombres se desabrochan la camisa con la izquierda y sostenían la espalda con la derecha mientras que la mujer solía sostener al niño en brazos con la izquierda y desabotonar su camisa con la derecha.
  • Porque a las mujeres de alta sociedad las vestían, por ende no se abotonaban ellas las camisas si no que lo hacía su dama de compañía.

Para concluir esta nota quiero, antes que nada, agradecerle a Barbi su predisposición y augurarle buenos deseos para su emprendimiento. Conozco su calidad de persona y de vendedora así como también de sus prendas y accesorios los cuales, algunos de ellos, ¡me visten!

Y quiero hacer mías sus palabras a modo de conclusión:

Reciclar ropa es reducir de muchas formas el impacto medioambiental. Es algo de lo que tenemos que ser conscientes. Darle una segunda oportunidad a una prenda es cortar el consumo excesivo y masivo.

Gracias por leerme; pueden hacerme llegar sugerencias en cuanto a la nota u otros temas de interés.

¡Me encanta saber de ustedes, hasta la próxima!