Cuando Héctor conoció a Rochi

El amor y la amistad verdadera pueden cambiar todo para siempre

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Si no fuese por un perro Elvis Presley no hubiese cantado “Old Shep”, canción que cuenta la historia de un pastor alemán y un niño, Red Foley, quien la compuso. Si no fuese por los canes Disney no hubiese creado la dama y el vagabundo, no podríamos haber disfrutado de Mickey y su amigo Pluto. No hubiésemos llorado con la historia de Hachiko, ni las aventuras de Lassie, así podría seguir nombrando.

El amor entre animales y humanos genera lazos tan fuertes, que sólo quien ha tenido la oportunidad de transitarlo entiende. Ese amor inspiró y sigue inspirando muchas historias. Hoy quiero contarles una de ellas, la historia de cuando Héctor conoció a Rochi.

Son inseparables, se los puede ver por las calles roquenses transitando y desparramando felicidad. Esa felicidad hecha de muchas cosas, buenas y malas por las que pasaron. Su secreto es mantenerse siempre juntos.

Rochi y Héctor los protagonistas de esta historia

Cuando le pedí a Rochi que me cuente cómo fue que Héctor llego a su vida y cómo decidió rescatarlo de la calle, se emociona y nos relata “llegó a mi vida sin querer en el 2014 aproximadamente, aunque cada vez entiendo que nada es casual, en ese momento él siguió a una vecina y la esperó días enteros afuera de su casa, esta persona nunca se responsabilizó ni se conmovió por lo que empezamos a darle comida y agua (techo todavía no y el calor ayudaba bastante). Siempre tuve perritxs, gatxs hasta pajaritos en tránsito y en casa ya me habían advertido que otro animal “no”, por supuesto, seguí insistiendo y de a poco fui arrimando a Héctor a la casa familiar. Para cuando llegó el otoño, Héctor ya era parte del hogar familiar aunque con limitaciones (no dormir adentro, por ejemplo). El Gordo fue aceptado y querido por lxs vecinxs, en su mayoría gente mayor, que además le daban más comida y amor. Él acompañaba a una vecina mayor a hacer las compras, cuidaba la entrada de su hogar pero siempre atento a mis acciones. En ese momento, yo estaba mucho tiempo fuera de casa por cuestiones laborales pero en mis tiempos libres compartía las andanzas con Héctor: cursadas en la facultad, los ensayos de candombe, marchas, mates en el canal, trámites… sin querer, fuimos simbiotizandonos y donde estuviera él estaba yo y viceversa”

Y así sin querer, las horas se hicieron días, los días semanas y las semanas una vida. Héctor es más que un simple perro “Yo sentí que la conexión con él era distinta a la que he tenido con otros perritxs, nuestro vínculo fue inmediato y especial desde el primer momento. Siempre digo que nos adoptamos mutuamente, que fue una elección bilateral y recíproca.”

Quién no escucho decir más de una vez, que el perro es el mejor amigo de nuestra especie. De eso no hay dudas si se lo preguntamos a Rocío. Ella por causalidad del destino, le cambió la vida a un perro callejero sin saber que él iba a modificar la suya para siempre. “Héctor significa para mí tantas cosas (que me emocionan de sólo pensarlo) y trataré de hacerle honor: es AMISTAD, FAMILIA, HERMANDAD, AMOR. Él es mi compañero de casa, es mi amigo, es mi segundero, mi observador silencioso, el único testigo de mis estados de ánimo. Mis elecciones, mi organización laboral y mi economía personal se basan en Héctor. Él es hoy mi familia, me encargo de que nuestro hogar sea cálido y confortable para ambos”

La historia de estos dos amigos hace replantear el concepto de mascota. La Real Academia Española refiere a este concepto como “animal de compañía”. Esta palabra procede del francés mascotte y refiere a animales que acompañan al ser humano; eran domesticados para ayudar en tareas domésticas a cambio de un bienestar. Si se lo piensa así suena frívolo y lejano a la amistad. Con Rocío coincidimos en que este concepto es obsoleto y que decidir llevar a un animal a nuestro hogar no es tan sencillo, debe ser una decisión a conciencia.

Propongo erradicar el MASCOTISMO como vínculo arcaico y reemplazarlo por Familiaridad, por HERMANDAD, por AMISTAD. Héctor no es mi “mascota”, porque sería reducirlo a la categoría de objeto y a una relación verticalista de amo- esclavo, él es mi familia y eso implica responsabilidad: de amarlo, respetarlo y darle las condiciones materiales para una calidad de vida digna. Cuando se toma la decisión de adoptar a un animal para que forme parte de nuestra vida simultáneamente se deben asumir responsabilidades éticas y civiles para con él/ella. La nutrición,  la salud, el afecto, los juegos, la higiene son algunos de los cuidados básicos que debe recibir un animal adoptado.

Decidí contarles hoy esta historia porque es el Día del Animal en nuestro país. Se asocia con la muerte, un día como hoy de 1926, del fundador de la Sociedad Argentina Protectora de Animales, Ignacio Albarracín. Pero esta fecha ya estaba pactada desde 1908. Albarracín y Clemente Onelli, el director de un zoológico, habían pautado el 29 de abril para celebrar y concientizar sobre la protección de los animales.

Casualidad. Destino. Causalidad… no se bien de que se trate. Sólo sé que el amor y la amistad verdadera pueden trascender cualquier barrera y cambiarlo todo. Y los perros son sabios en esto “Lo que más me fascina de Héctor es su capacidad para hacer amistades y llevarlas a casa. Si salimos a comprar rara vez vamos solxs, siempre nos acompaña alguno de sus amigxs y a la noche vienen a dormir. En tiempos de cuarentena, recibo todas las noches a Renata y a veces a El Cubano, dos perritxs callejerxs que duermen con nosotres.”

Héctor se destaca por su facilidad de hacer amistades, en épocas de cuarentena lleva a sus amigxs callejeros a dormir a su casa.

Si bien muchos animales tienen la suerte de encontrar a su alma gemela en este mundo, como le pasó a Héctor. Muchos otros siguen rodando por las calles o con suerte en algún lugar de tránsito, esperando pasar por esta vida y tener la posibilidad de ser parte de un hogar. Celebremos a nuestros amigos más fieles: los animales. Elegí adoptar un callejero, el amor y la amistad no se compra ni tiene precio.

Gracias Rocío Montero «Rochi» y Héctor por dejarnos compartir su bella historia

Fotos: Flora Montero