Necesito verte, abrazarte, comer juntas, hablar horas, pensar en una película, salir por los bares, contarte, elegir un lugar para compartir, planificar una tarde, que me aconsejes en eso que no puedo, reír, explicarte por qué, decirte lo que quisiera ahora y no dejarlo para más tarde.

Llevarte lo que preparé, comentarte esa situación extraña, que me ayudes a interpretar mi sueño, que me animes a más cuando estoy siendo irreverente. Ay! que me consueles porque no me llama y que con tus argumentos pueda pensarlo mejor, que me digas si ese color acentúa lo que quiero mostrar.

Que vayamos juntas a enfrentarlo todo, que me prestes tu bolso para mi viaje inesperado, que me pidas que te acompañe porque no estás segura con lo que te vas a encontrar, que organicemos cualquier cosa que nos haga olvidar, que me tires unos mangos hasta fin de mes y me pases tu saco a cuadrillé para esa cita.

Que me digas no importa ahora, comamos, después haces dieta, que me preguntes qué te hiciste en el pelo y me confirmes que ese corte va conmigo, que cuando explote de rabia no me condenes sino que me hagas ver esa correspondencia con lo que tanto me dolió y está bien así, que lo doméstico no sea nuestro tema de conversación sino la osadía de hacer algo distinto cada día…

Pero no quiero que sea así, vos tan diferente en la pantalla y yo con la cámara que no me favorece, estoy harta de esto tan virtual, tan distante, sin tocar ni saber una profundidad, porque estamos cerca, pronto voy a cumplir años y me gustaría celebrar como siempre, que pudieras probar la torta, decirme: qué bien que cocinas.

Muchas gracias Julieta Dell Arciprete por ilustrar este texto.